Solo había pasado unos instantes, después dirían los que se quedaron en la fiestas que apenas fueron unos instantes, cuando todos se estremecieron al oír un alarido del pequeño. Fue un grito penetrante, más que nada de sorpresa, que inmediatamente después fue seguido por llamadas de auxilio.
"socorro!, me llevan!" llego a decir Oliver. Todos los presentes salieron a la puerta y Owen Thomas cogió su fusil, el que colgaba de su chimenea, mientras exclamaba: "Un lobo!". Pero en el exterior no había nadie. Pudieron seguir el rastro del niño en la nieve, unas pisadas que se interrumpían bruscamente, como si hubiese desaparecido sin dejar rastro.
Desconcertados escuchaban el grito del pequeño "Socorro, me han agarrado!". Todos los que lo buscaban quedaron anonadados, miraban al cielo pero no veían nada, ninguna pista, nada que les mostrase donde se encontraba y que se lo llevaba hacia el cielo.
El cuerpo del pequeño Oliver nunca fue encontrado y el misterio sigue sin ser resuelto.
Por Jaguar Marmolejo
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